2010/11/04

Jon Lee Anderson Dio Cátedra

Un cronista estrella de guerra plantea la relación entre medios y política
En esta época van a parir las ballenas a la costa?”, preguntó ayer Jon Lee Anderson, con la misma inquietud con la que consultó sobre la cantidad de muertos que hubo en la masacre de Trelew. Anderson, redactor estrella de la mítica The New Yorker y autor de una superlativa biografía del “Che” Guevara, es uno de los mejores cronistas de guerra del mundo . Ayer dio una charla en la Maestría de Clarín . Ahora piensa partir hacia el Atlántico Sur y no quiere perderse el avistaje de las ballenas en Puerto Madryn.
Vino a la Argentina a dictar una serie de talleres y conferencias, en un alto en su camino entre las guerras que cubre allí donde se desarrollan. Acaba de llegar desde Afganistán, adonde volverá en pocos días más.
El editor general de diario Clarín, Ricardo Kirschbaum, lo presentó como “un periodista al que todavía le gusta ser reportero”. Destacó sus “crónicas inolvidables” en Irak, Afganistán y sus libros.
Kirschbaum señaló que “el auge de los nuevos medios produce una especie de vicio en los periodistas, que ven los hechos por otros medios y no por sus propios ojos. Afortunadamente, Jon Lee apunta al periodismo tradicional, donde se prioriza el talento”.
Anderson llegó al país pocas horas después de la muerte de Néstor Kirchner. “Percibí el duelo y la pugna generada en derredor del duelo”. Si bien aclaró que las suyas eran percepciones y no certezas, sostuvo ayer que “la política siempre está vinculada en Argentina a una serie de culturas ligadas con la muerte, el martirio, la sacralización de determinadas muertes como necesarias en la vida política del país”.
“La Argentina tiene un ambiente superpolitizado”, dijo y enfatizó: “Se ha vuelto un país más insular que nunca, ya que la discusiones internas de los argentinos no trascienden”. Lo dijo frente a los alumnos de la Maestría y a los editores de Clarín , que no cesaban de hacerle preguntas.
Analizó a la Argentina como una “sociedad inconclusa, donde todo parece posible.
Quizás falta la noción del estado de derecho compartido por todos los ciudadanos, y cuando eso pasa, la violencia siempre es posible”.
Habló, claro, de la guerra, del magnetismo que ejercen los conflictos sobre los periodistas como él y sobre la naturaleza profunda de la violencia. “La guerra ayuda a sacralizar la violencia y a través de la sangre derramada encuentra su legitimación y propicia la ‘necesidad’ de derramar más sangre”.
Consideró que existe una notoria ausencia de los puntos de vista argentinos sobre varios problemas internacionales. “¿Cuál es la percepción argentina sobre Irak, Afganistán o la guerra contra los narcos en México?”, se preguntó. Fue categórico cuando describió “la ideologización creciente en América latina en general y en la Argentina en particular, únicamente comparable a la que uno encuentra en el mundo musulmán”.
Esa combinación, según su visión, hizo que en las sociedades de la región tuvieran “mayor credibilidad las teorías conspirativas y las fábulas, en lugar de los datos precisos y la información”.
Hizo un balance del periodismo en los Estados Unidos. Fue crítico, pero también ponderó muchos aspectos que conoce bien. “Fueron periodistas norteamericanos los que difundieron atrocidades perpetradas precisamente por los Estados Unidos en Irak o antes en Vietnam. No fueron periodistas rusos o chinos los que lo hicieron”, dijo Anderson.
Elogió el nivel del periodismo argentino, la inteligencia y el bagaje cultural de los alumnos argentinos que tiene en los talleres de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) , de Gabriel García Marquez.
Conocedor de las viscitudes por las que atraviesa la prensa en el país, lamentó la situación y la puja que persiste.
“El periodismo se ha vuelto más un reflejo de la pugna política que hay en la Argentina” , afirmó Anderson.

(Alejandro Alfie-Clarín)

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