Bajo una fuerte presión, Macri volvió a apuntarle a Kirchner
Mientras la oposición apura una comisión investigadora y pide que tome licencia, el jefe de Gobierno ratificó que seguirá en el cargo, descalificó el fallo de la Cámara y dijo que Néstor Kirchner busca involucrarlo en una causa “sesgada”.
El futuro de Mauricio Macri comienza a poblarse de sombras. Ya no es sólo Néstor Kirchner, ya no es sólo la complicidad del juez Norberto Oyarbide. En su primera aparición pública luego del segundo revés judicial, el jefe de Gobierno también se vio obligado a cuestionar a la Cámara Federal —que acaba de ratificar su procesamiento— para mantener la estrategia de que la causa por las escuchas ilegales es un invento K. En una conferencia dominada por la tensión, Macri aseguró que no se tomará licencia, desestimó apelar ante la Cámara de Casación y pidió que se acelere el juicio oral. Pero mientras procura defenderse, en la Legislatura arranca una intensa presión: los opositores insistirán con que se aleje del cargo durante el proceso judicial y trabajarán para crear una Comisión Investigadora.
El descargo de Macri, cuatro días más tarde del dictamen, no llegó con sorpresas. Si bien buscó impactar con el requerimiento de ir a juicio —una jugada que responde a una estrategia política, más que judicial—, luego repitió lo que el jueves habían dicho sus principales espadas. “Kirchner logra que el mismo juez que le da impunidad para enriquecerse administrando el Estado es el que inicia esta causa sesgada, direccionada desde el primer momento para involucrarme a mí personalmente como jefe de Gobierno en lo que él llama una asociación ilícita. Ahora se suman tres camaristas que se hacen cómplices de este accionar”.
Acaso la única diferencia con sus funcionarios fue que se refirió a los camaristas (Jorge Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah) con especial detenimiento. Fue el signo más evidente de que la unanimidad del fallo cayó como una bomba. Una disidencia en la Cámara le hubiera permitido al macrismo alimentar la hipótesis de que todo está armado.
Macri se refirió a ellos con especial dureza: “Farah está puesto por Javier Fernández, el operador estrella de Kirchner para estas cosas. Cabía la duda sobre qué iban a hacer los otros, si iban a defender la verdad o no. Lamentablemente habrá que preguntarse qué cosas tan malas habrán hecho, que los haya llevado a adherir a un mamarracho jurídico como éste, en el que no hay una sola prueba”.
“Estoy absolutamente tranquilo”, fue una de las primeras cosas que dijo el conductor de PRO en el contacto con los periodistas. Su cara indicaba otra cosa. No sólo por la extrañeza de verlo sin bigote. Parecía cansado, algo abatido.
“No sé cuántas pruebas más tengo que dar. Me la están haciendo muy difícil”, se había lamentado ante sus íntimos, poco antes de salir a enfrentar las cámaras. Macri había arribado a su oficina a las 7.45, directamente desde Ezeiza, procedente de la República Dominicana, adonde lo encontró la confirmación de su procesamiento.
De inmediato, se reunió con su equipo durante alrededor de dos horas y luego se quedó a solas con el círculo más cercano. Ante la prensa no se permitió una sonrisa en toda la conferencia. Ni apeló a alguna broma para salir del paso, cosa habitual en él.
La escena montada por el macrismo —ministros, altos funcionarios, diputados y legisladores porteños— tampoco regalaba optimismo.
Claro, hay motivos serios de preocupación. No sólo judiciales. También puertas adentro del PRO ya se oyen cuestionamientos y pases de factura. Que Gabriela Michetti no tendría que haber renunciado a la vicejefatura; que la Ciudad quedaría virtualmente acéfala si Macri se ve obligado a tomarse licencia durante el juicio; que se minimizó la investigación; que el publicista ecuatoriano Jaime Durán Barba es un gran asesor de campaña pero no debe opinar de cuestiones judiciales; que sube la temperatura entre los funcionarios y amigos del jefe de Gobierno, a quienes llaman “gerenciadores”, y los dirigentes más políticos; que los abogados de Macri están enfrentados con Guillermo Montenegro, ex juez y actual ministro de Seguridad de PRO.
Encima, en la Legislatura se preparan para ejercer una fuerte presión. Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica, y la UCR, que hasta ahora habían sido cautelosos, dijeron que la situación institucional “es grave” y se plegaron a otros bloques (como el kirchnerista, el de Proyecto Sur y el de Nuevo Encuentro) que desde el inicio le pidieron a Macri que se tomara licencia. Todos aunarán criterios para crear una Comisión Investigadora, uno de los pasos más temidos por el macrismo. Nadie quiere verse reflejado en el espejo del ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra.
2010/07/20
Macri Apunta a Kirchner
(Santiago Fioriti+Clarín)
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